Las goleadas quedaron atrás, muy atrás. En el recuerdo de los hinchas, los goles de Gustavo Balvorín, Nicolás Roldán y Leonardo Rizo se ven casi en blanco y negro y sus gritos se escuchan con el crujir de las viejas cintas de video. El San Martín que jugó ante Libertad es un bien diferente y aunque le haya ganado 1 a 0, el convencimiento no apareció en ninguno de los 90' disputados.

Al principio, el status entre ambos estaba claro: San Martín quería atropellar y lo lograría gracias a Lucas Bustos, que entró por la ventana (en principio debía jugar Esteban Goicochea) y se fue por la puerta grande: metió el gol del triunfo y salió lesionado.

Sin embargo, las personalidades dentro del partido fueron cambiando: los santafesinos se dieron cuenta que lo del "santo" al comienzo era una mera pose por lo que le perdieron el respeto. Empezaron a agredirle sin tener en cuenta el contexto ni la historia.

Esos minutos que inauguraron la primera etapa también quedaron en la historia. Ya nada era igual. Aunque el arranque tampoco había sido avasallador, al equipo de Carlos Ramacciotti le alcanzó para sacar la ventaja.

Pasaban los minutos y nadie podía lograr destacarse a tal punto de generar la ovación de los hinchas que se llegaron hasta La Ciudadela. San Martín había perdido el total protagonismo del partido y Libertad se había agrandado. Sus méritos no alcanzaban pero la desidia futbolística del local todo lo podía. Y casi llega el empate. Sobre el final del partido, Juan Carrera se lució con una buena atajada para mantener el 1 a 0.

Al final de la velada, las tarjetas de los jueces estaban repartidas, los dos asaltos habían sido parejos y el fallo iba a ser dividido: San Martín ganó por un punto pero si quiere ser peso completo deberá mejorar.